El artista Emilio Pemjean conecta en su trabajo arte y arquitectura a través de una obra multidisciplinar que abarca la pintura, el vídeo o la fotografía. En sus proyectos reflexiona sobre el tiempo, lo presente y lo ausente, la memoria, lo que ha sido destruido o transformado o los sistemas de representación. Hemos hablado con él para conocer más sobre sus procesos de trabajo, los temas sobre los que investiga y para averiguar cómo construye la iluminación en su obra, porque lo hace de una manera tan única que algunos le han llamado ya el artista de la luz.
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Emilio, tienes formación como arquitecto. ¿Esa formación está presente en tu trabajo artístico? ¿Cuál es la relación para ti entre la arquitectura y el arte?
Considero que los procesos iniciales de proyectar arquitectura, fotografía o arte son muy parecidos, teniendo clara la necesidad de uso que tiene el objeto arquitectónico. En ellos, entre otras cosas, se habla del tiempo, de la memoria, se maneja la presencia de la luz y de los reflejos, se construyen lugares u objetos hechos para emocionar y modificar la percepción, se habla de materiales, de escala, de representación, hay una estructura narrativa y constructiva, un discurso crítico o reflexivo capaz de ser leído, se incita a la participación, se proponen modelos de pensamientos o se sugieren críticas a lo establecido. La arquitectura como el arte arte se pueden asimilar a un mecanismo mediador que transforma, redirige y ordena, que produce diálogos, relacionando y produciendo un lugar común entre lo cotidiano y lo construido por el espíritu, como un mecanismo acústico que tiene la capacidad de activar y reconfigurar la realidad y de disolver la frontera entre ella y la ficción.
El paso del tiempo es un tema recurrente en tu obra, ¿por qué te interesa tanto?
La introducción del tiempo, de lo variable, de la incertidumbre, de lo incompleto, obliga a la participación en la experiencia espacial, al intentar reconstruir lo completo en lo incompleto, al intentar completar mediante la experiencia y la memoria el objeto, la actividad o el proceso. La modificación fenomenológica del espacio a través del movimiento del sol (por ejemplo) permite conectar lo individual con lo universal, el pasado y el futuro, a partir de sus ciclos repetidos eternamente.
Por otra parte, nuestra vida está organizada en torno a hitos, a hechos esenciales, sublimes e inolvidables que marcan nuestro tiempo y el de los demás. El resto, la mayor parte de nuestra vida, son momentos intermedios, anodinos, difusos en nuestra memoria, generalmente olvidados, a veces triviales e indiferentes. Mis proyectos ponen en evidencia estos momentos intermedios (situados entre dos acontecimientos), en los que en cualquier momento puede pasar algo que los transforme y los haga inmortales. Son momentos invisibles, ciegos ante el futuro, de angustia, de miedo y de tensa espera ante lo inesperado, pero también de promesa y esperanza en recuperar aquello que el tiempo ha relegado al olvido.
En tu obra vemos un interés especial por la construcción de la luz. ¿Cómo lo consigues?
Una vez construidas las maquetas (pensadas para ser observadas desde un punto de vista concreto) comienza un proceso fotográfico y videográfico en el estudio. A partir de una iluminación artificial controlada, más o menos compleja, se reproducen los ambientes lumínicos de cada espacio según sus condiciones originales (o interpretados) de orientación, día u hora.
En Palimpsesto has recreado mediante maquetas lugares que ya no existen, ¿cuáles son esos lugares y por qué los elegiste?
El proyecto Palimpsesto hace un recorrido por arquitecturas hoy inexistentes (han sido destruidas o transformadas profundamente) pero identificables y convertidas en referentes y mitos colectivos por obras maestras de la pintura. Las Meninas y la Hilanderas de Velázquez, la casa y estudio de Vermeer en Delft, los estudios de Rembrandt, Courbet y Freidrich, los espacio pintados por Nicolaes Maes, Elinga o Juan Carreño de Miranda en Madrid, la habitación de van Gogh en Arles, etc, han sido desvestidas y reconstruidas, a partir de su representación bidimensional, completando y reinterpretando los espacios parcialmente ocultos por los objetos utilizados para formar la escena pictórica.
El espacio desnudo fotografiado después de ser reconstruido en una maqueta se percibe como un palimpsesto, conservando las huellas de una o varias escrituras superpuestas parcialmente borradas. Las maquetas, el vídeo y la fotografía introducen la duda sobre lo que se ve y aceptamos ingenuamente como real, y son utilizados para restituir espacios que ya solo podemos vislumbrar a través del espacio pictórico, porque desaparecidos como espacios físicos habitables, solo podemos reconstruirlos en la memoria.
Los espacios ocupados por la imagen pictórica pasan a ser poseídos por la imagen poética como espacios imaginados. En el intento de restitución de la forma primigenia, al hacer el necesario trabajo inverso de imaginar la pintura omitida, alguna pieza ya no encaja, la luz ha modificado su corporeidad y se intuye la presencia fantasmal de lo ausente.
¿Cómo es tu proceso de trabajo?
Comienzo con la conceptualización de una idea o esquema generador (que en ocasiones se transforma o desecha a medida que el proyecto avanza) y en donde a un discurso mental más o menos abstracto se le asocian imágenes no necesariamente existentes; continúo con la búsqueda de información sobre los espacios relacionados, de una larga lista donde por aproximaciones sucesivas entran o salen, en archivos y en algunos casos con la visita a los restos de los edificios. A partir de toda esta información (siempre incompleta y contradictoria) y de su reelaboración e interpretación, construyo unas maquetas sobre las que intervengo dibujando y pintando sobre ellas en múltiples capas, las maquetas son el lugar de la reflexión, del momento del proceso lento con capacidad de ser modificado, desechado o reutilizado. Después llega el proceso fotográfico y videográfico más o menos complejo y controlado en mi estudio.
Como artista, ¿qué relación tienes con el mercado del arte? ¿Y con los coleccionistas que compran tu obra? ¿Crees que hoy en día en España se puede vivir del arte?
A mi entender la participación del espectador es fundamental. Cuando un coleccionista selecciona y compra una de mis piezas afortunadamente la hace propia y le asigna unos significados que hasta ese momento no tenía, y en algunas ocasiones me hacen partícipe de sus descubrimientos. El espectador encontrará en mis proyectos una obra de múltiples significados superpuestos que permiten diversas lecturas, desde las más superficiales a las más complejas. A partir de los escenarios propuestos y de las pistas adjuntas a cada pieza propongo un “juego” que les permitirá construir un discurso propio que espero crezca y se modifique a lo largo del tiempo.
Por desgracia en España los artistas que viven exclusivamente del arte son una minoría. En mi caso, desde la perspectiva multidisciplinar propia de mi trabajo, tengo la gran suerte de poder hacer compatibles, complementarias e imprescindibles mis diversas ocupaciones.
Háblanos sobre el proyecto que presentas en Saisho.
Presento en Saiho una selección de piezas de mi proyecto Bauen. “Bauen”( estableciendo relaciones con el “construir, habitar y pensar” de Heidegger) es una reflexión sobre el círculo de acción que se produce entre el hombre y el sistema espacial que se conforma a su alrededor, sobre las relaciones o interacciones entre el sujeto y el espacio que ocupa y que ha construido.
El espacio doméstico, el refugio, el centro del mundo, se constituye en una caja de resonancia donde transcurre la vida y se produce la muerte, donde dar sentido a nuestra existencia enlazando con el pasado y el futuro, como un” puente” que establece relaciones de orden material y espiritual.
El proyecto indaga sobre esta caja de resonancia donde la estructura espacial y sus habitantes interactúan y se transforman mutuamente, construye y reconstruye espacios de principios del siglo XX, lugares de reflexión, utopías construidas o destruidas que definen a sus autores y a su tiempo. Las arquitecturas (con capacidad para ser entendidas como verdaderas, aunque ya no existan tal y como eran en su origen o nunca hayan existido) han sido construidas a partir de un modelo a escala y convertidas en espacios esenciales haciendo presentes los códigos del habitar.
El refugio del pensador, la casa para un nuevo hombre, el hogar del trabajador, el estudio del artista construido en torno a sus objetos, el retiro campestre desde donde organiza su vida y la de los demás el dictador o la casa para un matrimonio sin hijos son al mismo tiempo pasado, presente y futuro; lugares de la memoria, donde es posible reconocernos, del juego y del horror, pero también los de las utopías a construir desde donde es posible proyectarnos al mundo.
¿En qué proyecto estás trabajando ahora?
En este momento estoy trabajando en un proyecto que me llevará mucho tiempo (como todos en los que me embarco) y que trata de la representación de lugares frontera situados entre lo conocido y lo ficticio. Al igual que los lugares-límites conocidos del mundo clásico, habitados y protegidos por personajes híbridos entre monstruos y humanos, en este caso me interesa trabajar sobre las geografías donde el miedo y la atracción por lo desconocido se mezclan.
¡Gracias, Emilio! Si quieres conocer más sobre la obra de Emilio Pemjean, puedes visitar su página en Saisho.