El coleccionismo corporativo es aquel coleccionismo que se realiza en el seno de una empresa y que, poco a poco, va conformando una colección de arte que pertenece a dicha empresa. Pero para muchas compañías, una colección no sirve tan solo para decorar las paredes de oficinas. Existen poderosas razones (económicas, sociales y de prestigio) que refuerzan la apuesta de las empresas por crear una colección de arte y que ponen en valor el papel de mecenazgo del siglo XXI de estas colecciones.
Echando la vista atrás, la Iglesia, las monarquías y las grandes y acaudaladas familias se han caracterizado a lo largo de los siglos por actuar como mecenas de artistas, literatos o científicos para que pudieran producir su obra. Los Médici, por ejemplo, fueron una de las familias más poderosas del Renacimiento, entre cuyos miembros se cuentan tres papas, dos reinas de Francia y numerosos dirigentes florentinos y miembros de las casas reales de Francia e Inglaterra. Pero por lo que realmente se les recuerda es por haber sido unos mecenas excepcionales que apoyaron las carreras y las obras de artistas y arquitectos de su época, por lo que, en este caso, el mecenazgo supuso, además del desarrollo del arte del Renacimiento, una forma de preservar para siempre el nombre de la familia.
Con el paso del tiempo y con la llegada de la Revolución Industrial, las grandes familias se convirtieron en grandes empresas. John D. Rockefeller, el gran empresario que consiguió monopolizar la industria del petróleo durante la primera mitad del siglo XX, es generalmente considerado el padre del coleccionismo empresarial o corporativo. Desde entonces, muchas de las compañías internacionales más poderosas han creado su propia colección de arte: UBS, por ejemplo, posee más de 30.000 obras, incluyendo algunas de Lucian Freud y Roy Lichtenstein y Deutsche Bank atesora una colección de aproximadamente 60.000 piezas. Si tras leer este artículo quieres comenzar tu colección corporativa, te recomendamos leer el artículo donde abordamos cómo comenzar una colección de arte.
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Tabla de contenidos
Razones por las que crear una colección de arte corporativa
Definir una identidad corporativa
Pero hoy día no es necesario tener un capital millonario para poder comenzar una colección, de hecho, cada vez son más las empresas medianas y pequeñas que están apostando por coleccionar arte. ¿Por qué? Por muchas razones, pero una de las más interesantes es porque una colección de arte contribuye a definir una identidad corporativa, a establecer la personalidad de la marca. Por ejemplo, si una empresa tiene una misión y una visión vanguardista y arriesgada nada mejor que apostar por una colección de artistas emergentes y jóvenes, que simbolizan justamente ese futuro y esa contemporaneidad. El arte, sin duda, dice mucho a la gente sobre quiénes somos, tanto a clientes como a los propios empleados, que verán reflejados la personalidad de la empresa en la colección.
La Responsabilidad Social Corporativa
Otra de las razones es la responsabilidad social corporativa. Rafael Orbegozo, responsable de la Colección Iberdrola, comentaba con motivo del Premio A al Coleccionismo Corporativo entregado por la Fundación ARCO, que “Iberdrola colecciona como parte de su responsabilidad social, ya que entendemos que es una actividad que tiene un importante impacto positivo en la sociedad al ayudar a la creación, conservación y difusión de su patrimonio artístico, así como a la promoción de la “comunidad del arte”, es decir, de todos los que se dedican a ello (artistas, galerías, escuelas de arte, museos,…) sin los cuales la sociedad carecería de un instrumento fundamental de progreso”. Y es cierto que hoy en día, el colectivo de artistas es de los más precarizados de la sociedad y son relativamente pocos los que pueden vivir de su trabajo, por lo que el apoyo, desde el sector público pero también desde el privado, resulta fundamental para que puedan seguir creando.
Forma de inversión
Por último, pero no menos importante, crear una colección corporativa, si se hace bien, es una estupenda forma de inversión y de rentabilidad a largo plazo. Mencionábamos antes que Rockefeller es considerado el primer coleccionista corporativo, con una colección que empezó hace más de 100 años. Justo en 2018, uno de sus descendientes, David Rockefeller, subastó parte de su colección, que alcanzó precios récords en la primera jornada. La creación de una colección, aunque tiene una rentabilidad pausada, es una inversión segura y de recorrido largo.
Cómo crear y gestionar una colección corporativa
Pero crear y mantener una colección de arte corporativo no es simplemente colgar cuadros en las paredes de las oficinas. El experto en coleccionismo corporativo James Salzmann apunta que las empresas, en lugar de decorar las salas de juntas de una forma “rancia y pasada de moda, quieren mostrar su arte para reflejar dinamismo y pensamiento creativo. También quieren inculcar así esa actitud en sus empleados”. Lo importante al empezar, como decíamos, es saber que una colección de arte puede crear imagen de marca, fomentar la responsabilidad social y funcionar como inversión económica a largo plazo. El tipo de colección que creemos dependerá en gran medida del presupuesto que vayamos a dedicar. Se puede empezar por una pieza grande de un artista establecido que encaje con el espíritu de la compañía, para después adquirir piezas más pequeñas del mismo artista y seguir con artistas más jóvenes que apunten hacia el futuro, hacia donde la empresa quiere estar. Pero, las empresas con presupuestos más limitados deberían considerar comenzar con las obras de artistas emergentes, más jóvenes y menos establecidos, por ejemplo.
Una cosa es clara: no hay que tener miedo a dejarse aconsejar por profesionales. Dependiendo del presupuesto y de la personalidad de la marca, los expertos en arte y mercado serán los mejores consejeros para crear una colección con un hilo conductor interesante, unos valores acordes a los de la empresa y unas piezas que vayan a revalorizarse en el futuro.
¿Y cuándo ya tenemos una colección considerable de piezas? Si el número es grande y las paredes ya se han acabado, al cabo de los años, una empresa puede plantearse exhibir la colección. A través de préstamos para exposiciones, de muestras creadas ex profeso o incluso a través de donaciones a museos o instituciones locales, el impacto en la sociedad y sobre todo el impacto en la imagen de marca de la empresa cuando la colección empieza a mostrarse es mayúsculo.