Ignacio Navas vive y trabaja en Madrid aunque nació en Tudela, Navarra. Su trabajo se dio a conocer en la edición de Intransit de 2011 con tres proyectos en marcha que mostraron una línea de trabajo sorprendentemente sólida para un artista tan joven. Estos proyectos son “Linde”, “Yolanda” y “El norte”. Tras estos proyectos, quizás sea arriesgado decir que Ignacio es un artista emergente, y habría que definirlo ya como un artista consagrado dentro de la fotografía artística española.
Navas nos recibió en su estudio una calurosa tarde de agosto y estuvimos charlando con él sobre la obra que ha presentado en Saisho, sus próximo proyectos, el sistema del arte, de nuevos formatos, del lenguaje fotográfico y de mucho más.
Aquí os dejamos la entrevista al artista Saisho, Ignacio Navas.
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Ignacio, me gustaría empezar esta entrevista hablando sobre las obras tuyas que están Saisho, cuéntanos un poco de qué proyecto forman parte.
Estas fotografías son resultado de un proceso en el que trato de alejarme de la gramática y el vocabulario que empleo en mis proyectos, una especie de punta de lanza donde busco continuamente nuevos lenguajes con los que trabajar.
Oscar Molina habla en sus talleres sobre cómo encontramos “imágenes semilla” en la práctica fotográfica, son imágenes que tal vez no llegan a formar parte de un proyecto, pero son tremendamente importantes porque son los pasos titubeantes previos a lanzarse a correr.
Este proyecto, “Sin título” es la estela de esas fotografías que han marcado mi relación con el medio, que me han hecho configurar mi lenguaje y luego me han empujado hacia otros. Hemos hecho una selección y hemos escogido un recorrido por imágenes que comienzan en 2011, en Italia, y llegan hasta 2015, en Tokyo. Y este proceso continúa, es un proceso experimental y visceral que me permite seguir explorando la imagen sin las servidumbres que suponen un proyecto más complejo, que exige de una secuencia o de una puesta en página.
Sí porque tú has trabajado mucho en el formato fanzine, ¿no?
Sí, a nivel de lenguaje, el fanzine o la maqueta es un formato que me encanta y con el que me siento muy cómodo trabajando, pero creo que tenemos que encontrar formatos que aporten nuevas herramientas y recursos a nuestros proyectos. Internet y el formato web puede ofrecer opciones muy interesantes. Desde todas las posibilidades de los formatos interactivos hasta nuevas técnicas como la fotogrametría. Ahora estoy trabajando en un nuevo proyecto con esta técnica, y creo que lo estaría limitando si me ciño a un soporte impreso.
¿Podrías adelantarnos algo sobre ese nuevo proyecto?
James Carville fue el estratega de campaña de las presidenciales de Bill Clinton en el año 92, a él se le atribuye la famosa frase «The economy, stupid” como uno de los puntos troncales de dicha campaña que después pasaría a la cultura popular como “It’s the ecconomy, stupid”. Con esta frase estaban lanzando un mensaje muy contundente, entrando en el terreno de la poesía, podría ser el mito de la creación de una cultura en la que nos vemos completamente sumergidos, una cultura gestada por el marketing y gobernada por las relaciones empresariales, y laborales. La cultura del capital.
¿Pero quién es ese Sr. Stupid? ¿Cuál es su punto de vista? ¿Comprende todos estos grandes flujos económicos o los sutiles movimientos que suceden en su trabajo? ¿Perpetúa sin darse cuenta esa misma cultura? Este proyecto es el diario ficticio de ese ser entrañable.
Hay una imagen que para mí es muy significativa. La mayoría de los bajos de los edificios del lugar donde trabajo no han sido utilizados, y los locales permanecen tapiados. Las empresas de reformas han decido publicitarse sobre ese cemento gris, y para ello han utilizado plantillas para dejar su nombre y sus teléfonos a modo de anuncio. En muchos de ellos sucede que una empresa coloca la plantilla encima de la anterior para que el número del competidor no sea visible.
Aquí hay una violencia implícita provocada por la competencia expresado de una forma muy elocuente. Este tipo de imágenes encontrará nuestro querido amigo en su día a día. El proyecto es un registro de sus conflictos con el mundo laboral y con un modo de vida que en definitiva, le cuesta entender.
Veo quizás una evolución de tus anteriores trabajos con este último porque antes utilizabas más lo autobiográfico (por ejemplo en el proyecto «Yolanda» o en «El Norte»).
No estoy de acuerdo en que mi trabajo sea autobiográfico. La fotografía es una forma tremendamente visceral de relacionarse con la realidad y es cierto que todos mis los proyectos nacen de un confrontamiento con la realidad, de una necesidad entenderla o de una sencilla curiosidad. Me gusta pensar que los proyectos son aventuras, pero esos procesos me los quedo para mí. Las fotografías solo son el resultado, una suerte de registro de todo ese proceso. “Yolanda” cuenta la historia de amor de mi tío Gabriel y mi tía Yolanda, es una historia que habla de las emociones de la juventud. Yo nunca soy el protagonista de mis proyectos, pero es cierto que al final son procesos muy personales que van más allá de lo profesional.
Viéndolo este proyecto desde la distancia, creo que al igual que Linde, supuso el inicio de configurar una visión personal y propia.
«El Norte», para mí, supone un proceso en el que trato de entender mis raíces desde la práctica fotográfica. Una forma de entender comportamientos y patrones que se dan en mi entorno y en mí mismo. Pero las imágenes trabajan en el plano visual y en este caso mi materia de trabajo son los símbolos culturales. Los antiguos y los nuevos, las nuevas fiestas populares que los vecinos están creando, los patrones de comportamiento que se replican en las cuadrillas o las siempre fascinantes jotas heréticas. Es un proyecto que revisa la identidad de una tierra, encontrando algo opuesto a lo que nos cuenta el relato oficial.
Creo que en mis proyectos ha habido una madurez, pero el hilo que los une no es una forma de trabajar sino mi forma de entender y enfrentarme al mundo, los temas que aparecen una y otra vez en todos los proyectos y una mirada común.
¿Cómo ves el sistema del arte en nuestro país en la actualidad?
A veces es necesario darse un tiempo y alejarse para coger perspectiva sobre ello, yo creo que no encajo ahí. El circuito de premios, las relaciones laborales que se establecen, el mercadillo institucional… Lo que yo he conocido, me ha hecho pensar que me siento más cómodo en la autogestión o en otros modelos. El modelo actual creo que ahoga a casi todos los actores del sector, y es especialmente sangrante con los más desprotegidos.
Me parece muy divertido ese tópico de “glamour” que barniza este sector por lo alejado que está de la realidad. Las películas, los clichés que ves en las redes sociales, los grandes eventos… En realidad es un mundo lleno de personas normales, con anhelos y problemas de personas normales, gente casi siempre muy honesta y trabajadora, aunque desgraciadamente, también casi siempre con condiciones laborales muy precarias.
¿Y crees que se podrían proponer nuevos modelos, nuevas relaciones entre los actores que conforman este sistema?
Sí lo creo y además creo que es un debate urgente y necesario dentro del mundo del arte.
Hace unos años intenté montar una cooperativa de artistas. No funcionó. Era una empresa de gestión cultural en la que solo trabajábamos con nuestros propios proyectos y realizábamos el proceso íntegro. Desde el comisariado hasta el montaje o el transporte. Era un modelo que respondía a nuestras necesidades, pero yo no fui capaz de llevarlo a buen puerto.
Curiosamente al poco tiempo, una persona escribió un artículo ironizando sobre si los artistas pensábamos que el resto de los actores del circuito estaban haciendo mal su trabajo pese a contar con largos años de experiencia y que por ese motivo preferíamos autogestionarnos… ¿No pensó esta persona en qué condiciones imponía a los artistas cuando trabaja con ellos en lugar de sacar pecho de su trayectoria? Yo tengo claro que hay condiciones y decisiones que no me interesan porque que provocan una precariedad asfixiante, y la autogestión era en ese momento un camino atractivo para intentar profesionalizarse.
Volviendo a lo que hablábamos antes de buscar nuevos formatos y modelos, creo que un camino podría ser probar cosas que han funcionado en otros campos, ¿Te imaginas un “Filmin” de arte? Un modelo de suscripción que cada mes te ofreciera seis exposiciones virtuales, seis experiencias perfectamente adaptadas a un entorno digital. Creo que estamos en un punto en que tenemos que preguntarnos qué sistemas queremos perpetuar y cómo queremos relacionarnos todos loas agentes. Quizás debemos parar y encontrar otros modelos que sean sostenibles a largo plazo y más interesantes para el público.
Para conocer más obras de Ignacio Navas puedes hacerlo aquí.