El modelo actual de galerías de arte no ha cambiado en casi un siglo y medio. Hoy, como ayer, el galerista hace algo tan fundamental como promocionar y vender el trabajo de sus artistas, ayudarles en la creación y producción de sus obras e influir en su reconocimiento internacional. Pero en un mundo como el actual, tan cambiante y rápido, surge cada vez con más fuerza el debate sobre si ese modelo sigue siendo el más adecuado. Por eso, están apareciendo nuevos métodos de trabajo y alternativas que pretenden re-definir el papel de la galería en el siglo XXI.
Uno de los principales problemas a los que se enfrenta una galería en la actualidad son los enormes gastos a los que tiene que hacer frente: alquiler, luz, agua, teléfono, sueldos, montajes, transportes, almacenes, producción o seguros son solo algunos de los gastos anuales que genera. Además, el comportamiento del público ha cambiado, y cada vez son menos los asistentes a las galerías. ¿Por qué ocurre esto, si la entrada es gratis y la de los museos, por ejemplo, no lo es? Todavía hoy, y a pesar del esfuerzo que hacen muchas galerías por abrirse y acercarse a nuevos públicos, se siguen percibiendo estos espacios como centros elitistas y cerrados para un público que quizás sí puede comprar una obra de arte pero que no pertenece al «mundo del arte». También ocurre que los coleccionistas, esos que sí pertenecen al mundo del arte, se han acostumbrado a hacer sus adquisiciones en las ferias, que concentran en pocos días una abundante oferta de propuestas de galerías. Pero para las galerías medianas participar en las ferias más importantes no es tan fácil porque los precios son tremendamente elevados y el modelo ferial consiste básicamente en llamar la atención entre cientos de propuestas, lo que resulta difícil cuando tienes al lado a otra galería que se puede permitir un stand de 100 metros cuadrados lleno de super producciones de los artistas más conocidos.
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Y es que la división entre las llamadas mega galerías y todas las demás se incrementa día a día. Porque se ha llegado a un punto en el que la distinción entre un museo y una de estas mega galerías es cada vez más borrosa: en los últimos 10 a 15 años las galerías de primer nivel se han expandido tanto en financiación como en ambición en cuanto a recursos expositivos y a tamaño (de hecho, el crecimiento de estas galerías ha sido asombroso: Gagosian tiene distintos espacios que ocupan casi 17.000 metros cuadrados y tanto Pace Gallery como White Cube Gallery o David Zwirner rondan los 11.000 metros cuadrados).
Estos factores conjugados hacen que tener una galería abierta permanentemente pueda, en muchos casos no ser rentable y que, consecuentemente, no pocas galerías hayan tenido que cerrar aun cuando sus propuestas expositivas eran muy interesantes. Y es en este contexto en el que en los últimos años están surgiendo espacios alternativos a la galerías de arte tradicionales, con diferentes características entre sí pero que tienen en común su apuesta por mostrar el trabajo de los artistas desde perspectivas diferentes. Y aunque, como afirma el asesor de arte Allan Schwartzman, este modelo no es radicalmente nuevo porque «los espacios alternativos fueron el centro de la vida artística estadounidense en los años 70», sí que ha habido un claro resurgir de estas iniciativas con una particularidad fundamental: se ha convertido en un fenómeno global.
Tabla de contenidos
Modelos de galerías de arte alternativas
Nuevas propuestas de exhibición
Son espacios en los que el objetivo es reinventarse constantemente, experimentar con la forma de exponer sin tener un gran presupuesto y sin la presión comercial de una galería.
La Juan Gallery, en Madrid, es el primer espacio en España exclusivamente dedicado al arte vivo. No reniegan del arte objeto pero sí buscan que el trabajo de los artistas comience y termine desde los cuerpos y las relaciones que estos establecen. La galería se divide en cuatro tipo de actividades: Formación, con un programa educacional para fomentar el conocimiento del arte vivo; Carta Blanca, basada en una programación constante con al menos una inauguración semanal; Barrio, un programa de radio semanal en Onda Verde (radio local de Lavapiés); y Ciclos y festivales organizados cada cuatro para atraer a nuevo público y conocer nuevos artistas. Halfhouse, en Barcelona, es una fusión de hogar y espacio de intercambio y comunicación artística. Participan activamente en la realidad artística de la ciudad, acogiendo proyectos y invitando a la comunidad artística a que sienta el espacio como suyo, priorizando el trabajo directo con los artistas, el apoyo a la producción y el desarrollo crítico de la programación. En Santiago de Compostela nació hace unos años Espazo Miramemira, un espacio centrado en la exhibición de producciones audiovisuales y fotográficas con un espacio propio de 20 m2 en la planta baja de una empresa dedicada a la producción y la comunicación audiovisual. La iniciativa partió de un grupo de amigos que trabajan en distintos campos del arte contemporáneo y que conformaron el colectivo curatorial OsTres.
Espacios domésticos
La casa como espacio de exhibición para convertir lo íntimo y personal en algo público y social es el objetivo de distintos espacios que operan desde lo cotidiano, lo más cercano a nosotros. El cuarto de invitados es un proyecto que arranca en el año 2015 y que se ubica en una casa del madrileño barrio de Lavapiés. Allí interesa todo lo que ocurre alrededor del arte contemporáneo y no el arte en sí mismo. Por su parte Salón es una propuesta de las artista madrileña Ángela Cuadra quien, con la ayuda de comisarios y artistas, monta exposiciones en su casa. En Barcelona surgió durante los peores años de la crisis Nyamnyam, un proyecto de Ariadna Rodríguez e Iñaki Domínguez que tiene como sede su loft de Poble Nou. El espacio Nyamnyam se financia con la comida, porque ésta es el elemento que vincula distintos proyectos y prácticas que investigan sobre la la comida, como su ciclo «Todo lo que me gusta es ilegal, inmoral, o engorda”.
Espacios gestionados por artistas
Son los propios espacios de trabajo de los artistas, sus estudios y talleres, que se abren ahora a distintos públicos y con distintas actividades para crear sinergias, economizar recursos y que el tejido cultural de las ciudades salga ganando. Malafama estudios, por ejemplo, es el espacio de trabajo de ocho artistas y uno de los puntos de encuentro más candentes de la capital. En este espacio se comparten experiencias entre los diferentes agentes culturales con el objetivo de ampliar el sentido de creación, exhibición y promoción de la vibrante escena artística que se desarrolla hoy en día desde Madrid. Lo mismo ocurre con Nave Oporto, Espacio Proa o La Catorce-Quince, por citar solo algunos de los talleres y estudios que organizan actividades periódicas en la capital y en los que la energía y creatividad se palpa en el ambiente. En Bilbao destaca Okela, un espacio sin ánimo de lucro creado y gestionado por artistas con el fin de activar el contexto del arte contemporáneo en el País Vasco y generar relaciones transversales entre artistas plásticos y visuales. Para ello organiza exposiciones colectivas, coloquios, talleres y residencias.
Sharing Spaces
Tener un espacio permanente de exhibición y producción resulta casi imposible hoy día. Por eso, y aunque todavía no es muy habitual, están empezando a surgir iniciativas en las que instituciones comparten su espacio con galerías o artistas para que puedan mostrar su trabajo temporalmente. Es el caso de Casa de Indias, en el Puerto de Santa María, un pequeño pueblo en la costa gaditana. Casa de Indias, que además es residencia de artistas y contiene una colección permanente, dispone de un espacio pensado para que galeristas y artistas puedan desarrollar exposiciones temporales y proyectos de arte pop-up que consigan acercar al público al arte contemporáneo, educar y hacer mercado, porque la filosofía de Casa de Indias pasa por desarrollar el tejido del mercado de arte desde abajo, con la educación y creación de un nuevo coleccionismo, más joven y actual. Este espacio será cedido de forma gratuita, pudiendo las obras expuestas venderse al público o no, según el deseo del autor o expositor.
Centros de formación y tiendas
En muchos casos, una de las opciones para poder mantener un espacio expositivo abierto es contar con una tienda a precios asequibles. En las galerías de arte de Madrid destaca La Causa, una galería de arte que promueve e impulsa la creación artística emergente nacional e internacional y que se divide en dos zonas: un espacio de exposición modulable y una tienda de obra gráfica. También de Swinton Gallery, que nació en 2014 con el objetivo de mostrar el talento de artistas nacionales e internacionales con una base de influencia en el arte urbano y el arte más independiente y que además cuenta en la planta superior, con una librería especializada en el ámbito del arte urbano y de vanguardia, así como en el comic, la novela gráfica, los fanzines y el libro de artista. En Sevilla, Diwap es a medias galería, a medias estudio de diseño y agencia publicitaria.
También conjugan bien los espacios expositivos que se apoyan una función de escuela. Es el caso por ejemplo de, también en Sevilla, La Galería Roja, que, además de funcionar como galería tradicional, organiza talleres o workshops muy interesantes con creadores de todo tipo: ilustradores, pintores, calígrafos, diseñadores… También Espositivo, en Madrid, con su proyecto Espositivo Academy, cuya intención es brindar a los participantes las posibilidad de enriquecerse, no sólo de los conocimientos ofrecidos por especialistas reconocidos en su campo, sino de la infraestructura de Espositivo y su red de profesionales con los que trabaja frecuentemente.
La revolución digital
Pero si hay algo que sin lugar a dudas va a revolucionar el panorama del coleccionismo es su acercamiento a lo digital. A día de hoy, el valor global del mercado de arte online supera los 4 mil millones de euros, representando un crecimiento del 12% durante los últimos 12 meses. Parece que seguirá esta tendencia alcista y, según el Informe Hiscox , el volumen de negocio podría alcanzar los casi 9 mil millones para el 2023. El arte contemporáneo y sobre todo el arte abstracto están siendo cada día más activos refugio para inversores y coleccionistas.
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Y estos datos tienen mucha más relevancia a la luz de los últimos estudios que aseguran que tanto la generación millennial como la centennial están tan acostumbrados a vivir a través de su ordenador o su móvil que son los perfectos consumidores de arte y cultura digital. Muchos artistas, de hecho, optan ya por vender sus trabajos a través de sus propias redes sociales. Pero para aportar profesionalidad y confianza al comprador, han surgido en los últimos años plataformas tan interesantes como Artsy o Saisho, una plataforma nueva plataforma de arte que combina la compra, la reventa y las nuevas tecnologías en un rompedor sistema de mercado, basado en criterios objetivos y transparentes, complementario al sector del arte tradicional. La plataforma está compuesta por artistas emergentes y de media carrera, de cualquier parte del mundo, con obras cuyos precios oscilan desde los 100 € en adelante, por lo que todo el mundo puede acceder a obras de arte únicas y de calidad a precios asequibles.
¿Y tú, conoces otros espacios alternativos de exhibición y venta de arte? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!
Manuel Portero Laguna
17 de agosto de 2019 at 16:45En Montilla,(Córdoba), ciudad de vinos con D.O. estamos ofreciendo arte contemporáneo en las paredes de una taberna ( Taberna Bolero), con el rigor de una galería ( inauguración, hoja de Sala, cartel, redes, etc).