Xavi Ceerre ha desarrollado gran parte de su carrera en Nueva York y Ámsterdam. Su trabajo es multidisciplinar pero se centra en la pintura y en el arte urbano inspirado por el hip hop. Ceerre combina diversas técnicas y materiales, estrechamente relacionados con su infancia mientras trabaja jugando con el consciente y el subconsciente guiado por impulsos y sensaciones; apostando por imágenes abstractas, sinceras y de libre interpretación.
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Hola Xavi, lo primero que me gustaría saber es cómo te enfrentas al lienzo vacío.
Últimamente me gusta repetir un motivo y ver hasta dónde puede llegar. Hace poco encontré una carpeta con algo más de 200 dibujos de cuando era pequeño. Me di cuenta que en la mayoría dibujaba casas y árboles una y otra vez. Bastante impersonal todo. Solo se diferenciaban unos pocos en los que se notaba la ausencia de una figura adulta que evaluase el ejercicio. En ellos había circuitos de carreras y formas libres. He retomado estos motivos como punto de partida.
Uno de los temas con los que trabajas es el de la cultura hip hop y urbana. ¿Por qué te interesan tanto?
La cultura hip hop supuso para mí la posibilidad de regirse por otros códigos menos habituales socialmente. Dando como resultado un contexto perfecto donde cuestionar la normalidad.
Más que la cultura urbana me interesa la desaparición de la misma. Es cierto que en mi pintura hay muchas referencias al graffiti pero siempre en su vertiente más marginal y desarraigada de los escritores habituales.
¿Sobre qué otros temas investigas?
Me interesa suscitar sensaciones en el espectador que vayan más allá de la provocación y el desconcierto. Encuentro mucha belleza en la calle, la veo como un terreno de juego. Un lugar de resistencia. La erosión y los impactos en las paredes, rótulos de metacrilato, manchas, montañas de basura y estructuras al borde del colapso me parecen muy estéticas. Me gusta leer el paso del tiempo en las superficies. Siento especial atracción por las construcciones tipo chabola, que son construcciones creadas a partir de material reciclado.
Evidentemente, me interesa mucho el dibujo infantil y sus diferentes etapas de desarrollo, ya que en ellas se puede apreciar como nos determinamos como personas y seres sociales. También creo que mi relación con la música sigue presente en muchas de mis obras de algún modo u otro. Considero que es el arte abstracto por excelencia y me resulta muy inspirador emplear algunos de sus procesos creativos en la pintura.
Tu obra tiene una gran fuerza visual, en parte por la utilización que haces del color. ¿Cómo trabajas ese color?
Con total libertad. Si tomamos como referencia alguna de mis recientes pinturas de semáforos, ningún color está ‘en su sitio’.
He leído que te muestras crítico hacia la intelectualización del arte contemporáneo, promovida desde diferentes instituciones artísticas, ¿a qué te refieres con esto?
Creo que gran parte del desapego que siente la gente hacia las instituciones artísticas es el resultado de esto. No digo que sea el único motivo, pero tanta pirotecnia lingüística pasa factura. Aún así, creo que se trata de una situación concreta de nuestro país, en la que muchos artistas dependen directamente de ayudas del estado.
Has vivido mucho tiempo fuera de España. ¿Qué supone esto para un artista? ¿Cómo influye en tu obra?
Me ha permitido ampliar mis fronteras en muchos sentidos. Experimentar otras realidades. Por ejemplo, en Europa nos gusta buscar interrogantes, mientras que en Estados Unidos son más de encontrar respuestas. Ver tu trabajo en un contexto internacional te hace ganar seguridad porque te das cuenta que al final se trata de un lenguaje universal. Viajar te permite conocer otras formas de trabajar y ver en directo cientos de obras. Esto para un artista es esencial.
¿Cómo ha sido la evolución de tu lenguaje pictórico?
Destruir para crear. Una descomposición progresiva. De lo real a lo abstracto. De lo concreto a lo etéreo. De lo premeditado a lo espontáneo. Y vuelta a empezar.
En un momento dado la pintura parecía que había casi desaparecido de ferias, galerías y del circuito en general. Desde hace unos años está volviendo con fuerza, y tú, cuyo trabajo está muy centrado en la pintura, ¿cómo has vivido tú esta evolución? Y, ¿cómo condicionan estas “modas” el trabajo de los artistas?
Me parece genial. Acabamos de salir de una etapa en la que el arte conceptual monopolizaba las grandes galerías y museos. En cuanto a lo segundo, espero que de ninguna forma.
¿Cuáles van a ser tus próximos proyectos? ¿En qué estás trabajando ahora?
Hace poco se inauguró “Esplai” en la galería Juan Manuel Lumbreras de Bilbao. Se puede visitar hasta mitad de setiembre. Este mes dejo mi estudio en Barcelona para mudarme de nuevo a Bilbao. En cuanto a proyectos futuros, el tiempo dirá, salen prácticamente solos. Por supuesto, nunca dejar de aprender y seguir trabajando duro.
Cuéntanos sobre las obras que presentas en Saisho.
Son obras a las que les tengo mucho cariño. La mayoría son de la serie Colla. Me alegra que estén teniendo éxito. Sin duda el equipo de Saisho tiene parte del mérito.
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