Pascual Martínez y Vincent Sáez son dos fotógrafos españoles que trabajan juntos bajo el nombre Niñorojo Project. Su talento se expande no solo en la realización de fotografías, sino también en la enseñanza, diseño y curación de exposiciones fotográficas.
Pascual + Vincent se interesan por las relaciones humanas y el estudio de la sociedad a través de la fotografía como medio de exploración antropológica. Llevan a cabo proyectos independientes que reflejan la identidad desde una perspectiva del entorno natural como el eje principal de su discurso, tratando de transmitir y representar nuevas realidades lejos de los clichés.
En SAISHO nos presentan la serie ‘The tree of life is eternally green’ desarrollada en Rumanía. La serie fotográfica ha recibido varios premios como el PhotoEspaña o finalista en los premios Barcelona International Photography Awards (BIPA) .
Este talentoso dúo de fotógrafos españoles, forman parte de nuestra colección de cuadros decorativos que hemos seleccionado. La obra titulada Frozen Landscape, un hermosa vista del paisaje de Rumania. Si quieres seguir explorando más obras echa un vistazo a nuestra sección de cuadros para decorar.
Tabla de contenidos
¿Cómo surge a Pascual + Vincent la creación de la serie ‘The tree of life is eternally green’?
Empezamos a trabajar colaborativamente en pequeños ensayos fotográficos desde el año 2013, y nos planteamos el reto de abordar un proyecto de mayor envergadura fuera de España, así que buscamos residencias artísticas en Europa para centrarnos, durante un tiempo limitado y en exclusiva, sólo en ese trabajo. Localizamos una residencia para artistas en Bucarest, cerca de Piața Romană, que un grupo de jóvenes acaba de poner en marcha. E investigando sobre Rumanía, descubrimos un país y una cultura totalmente desconocidos que se alejaba de los clichés, cuando España es uno de los países con mayor población inmigrante rumana.
Nuestra duda inicial era ¿qué sabemos de Rumanía? Drácula es un personaje de ficción basado en la leyenda popular de los Strigoi; el comunismo cayó en 1989; los gitanos -de los que ya Koudelka hizo un magnífico trabajo hace 50 años- son menos del 3 % de la población del país. Y nosotros queríamos ser optimistas y empaparnos de Rumanía, vivir y convivir como rumanos, estudiar su pasado, su presente y reflexionar sobre su futuro, mostrando un punto de vista más allá de la experiencia personal de los propios viajes, reflejándolo a través de las imágenes grabadas en la película de nuestras cámaras y mostrando sensaciones por encima de emociones.
Así, empleamos la relación con el entorno natural como condicionante implícito en ese modo de vida. Las fotografías de los 4 viajes realizados desde 2014 hasta 2017 a lo largo de todo el territorio rumano, convirtieron “The tree of life is eternally green” en un trabajo sensorial materializado en un libro que se ve, se lee, se huele, se palpa, se oye, se siente… e invita a viajar mentalmente entre campos de maíz, bosques de robles centenarios, humo, pájaros, flores, nieve, agua, sol, vida y muerte. Lo único que nosotros hicimos fue abrir los ojos y contemplar lo que teníamos delante para mostrarlo a través de las fotografías.
¿Cómo es el proceso creativo cuando trabajan dos fotógrafos juntos en una misma obra?
Normalmente organizado y dialogado, aunque haya excepciones. Tenemos muy claro cuál es la parte del proceso que mejor desarrolla cada uno de nosotros, y nos permitimos la libertad de intervención, pero decidiendo y evaluando todas las decisiones en común. Hablamos mucho entre nosotros, especialmente durante las fases de la investigación previa antes de abordar cada trabajo, y tratamos de ser flexibles cuando hay ideas discordantes, razonando las múltiples opciones que tenemos y su resolución.
Podríamos dar algunos ejemplos de fotógrafos conocidos y reputados -omitiremos los nombres- que tienen un equipo técnico a su disposición para preparar espectaculares escenografías, donde la autoría de la foto se atribuye al solo hecho de presionar el botón del obturador de la cámara. Pero no es nuestro caso, porque asumimos la autoría juntos, así como el mérito, los éxitos, las dudas y los errores, separando la búsqueda de un reconocimiento individual. Nuestro material de trabajo es compartido por ambos, y nunca decimos quién ha sido el autor del disparo de cada foto de nuestros proyectos, ya que hay mucho más trabajo detrás de este acto primario: conceptualización, documentación, investigación, procesado, edición… Y todas son tareas que compartimos y distribuimos para obtener un resultado final propio y único. ¿Tomaste tú esta foto o lo hice yo? Esa es la pregunta que nos hacemos a menudo cuando vemos el resultado de la película revelada. Hemos llegado a ese punto donde nuestras miradas están casi interpenetradas al 99%.
¿Habéis pensado en ampliar vuestro talento en otras disciplinas como pintura, escultura, instalaciones, vídeos…?
La fotografía no deja de ser nuestra herramienta principal de trabajo, tanto en formato digital como analógico, y la usamos porque la consideramos la más factible a emplear para conseguir el resultado que prevemos y lo que queremos expresar, pero no descartamos nunca hibridarla y complementarla con otras “herramientas”. Hemos utilizado frecuentemente el audiovisual como elemento auxiliar en alguno de nuestros proyectos fotográficos, la escultura efímera para el registro foto-performántico posterior, y la fotografía intervenida con dibujos aparece en alguno de nuestros últimos trabajos. Al final, para nosotros no dejan de ser herramientas al servicio de la creatividad para emitir un significado común a través de los diferentes lenguajes artísticos. Lo que siempre prevalecerá será nuestra intención de contar historias, y las herramientas empleadas para ello serán las que consideremos necesarias.
En otros trabajos habéis fotografiado ciudades como Bucarest o Serinyà. ¿Tenéis pensado nuevas series con lugares específicos como protagonistas?
Si bien el territorio forma parte de nuestros trabajos más reconocidos, no deja de ser un actor secundario en un tema dominado por un aspecto más emocional. “Serinyà” se centra en la localidad catalana que lleva su nombre, pero habla más bien del retorno al pasado y de los espacios vivos en la memoria. Aquí el territorio es un elemento circunstancial en el que se desarrolla la historia, pero los protagonistas son otros. En “The tree of life is eternally green” el territorio de Rumanía es escenario y coprotagonista junto a sus “habitantes”, y sí podemos considerar que es un trabajo desarrollado en un lugar específico que le da sentido. Y aunque hablaremos un poco más adelante de ello, nuestro próximo trabajo titulado “The Last Saxons” se desarrolla en Transilvania, también en Rumanía, cobrando también importancia ese territorio como origen de la historia.
¿Cómo elegís los temas o ciudades protagonistas en vuestras series?
Partimos siempre de la curiosidad y las consiguientes reflexiones y diálogo. Ambos somos creativamente curiosos y cualquier duda surgida de una pequeña historia encontrada en un libro, en prensa, un documental, una película, una serie, o una fotografía, nos pueden llevar a iniciar el proceso que conlleva todo proyecto fotográfico. En el caso de Rumanía, fue la percepción de nuestra propia ignorancia la que nos impulsó a descubrir su cultura, y a continuar desarrollando lo que se convertirá finalmente en una trilogía.
Luego, los personajes aparecen durante el proceso de investigación y contactos previos, para afianzarse durante el desarrollo in situ con los protagonistas que se incorporan durante el trabajo de campo, porque serán, si procede, los que den sentido a la historia que queremos contar.
¿Qué consejo le podéis dar a esos jóvenes que aman la fotografía pero no saben cómo profesionalizarse?
El mejor consejo que nos dieron a nosotros y que siempre damos a los nuestros alumnos se resume en tres palabras: trabajo, trabajo, trabajo…
¿Qué compañeros fotógrafos creéis que debemos seguir por su buen trabajo?
Creemos que hay muchos fotógrafos de esta generación con unos planteamientos fotográficos que son muy interesantes, y que están ayudando al desarrollo del medio fotográfico en diferentes líneas de trabajo, avalados por su trayectoria y reconocimientos, no solo nacionales, sino también a nivel internacional, donde encontramos nombres como: Alfonso Almendros, Álvaro Laiz, Berta Vicente, Bego Antón, Rafael Trapiello y Jonás Bel, Andrés Solla, Gloria Oyarzábal, Estela Sanchis, Lola Guerrera, Gema Polanco, Juan Margolles, Jose David Valiente & Sole Satana, María Platero…y podríamos seguir ya que la lista es muy larga.
¿Cómo veis la implicación de las nuevas tecnologías en el arte, como la realidad aumentada para ver cómo quedaría la obra en la pared con tu smartphone o el pago de arte con criptomonedas?
Es el futuro. La tecnología desarrollará siempre herramientas que nos faciliten el trabajo, a nosotros como creadores de un producto, y al espectador, como receptor del mismo. Por ejemplo, nosotros utilizamos programas de diseño tridimensional que nos permiten hacer planteamientos expositivos que se aproximan a la concepción espacial real cada vez que vamos a hacer una exposición, y nos facilitan mucho el trabajo durante la producción. Y por otro lado, seguimos utilizando cámaras de carrete en nuestros proyectos y combinando imagen digital con fotografía analógica. Como hemos dicho antes, todo son herramientas que mejoran el proceso, y tenemos la libertad de utilizarlas para obtener el mejor resultado posible.
¿Cómo véis el mercado del arte en España? ¿Qué mejoraríais?
Todos tendemos a ser pesimistas y considerar el mercado del arte español tan complicado como la situación social, política y económica, pero si miramos atrás, parecería que siempre ha sido así. Es suficiente con salir fuera de España para ser conscientes de que algo no funciona bien en este sistema, donde empiezas a ser considerado en tu país cuando se te valora antes fuera de él.
Quizá sea un problema estructural radicado en sus bases culturales, donde la educación, no la del artista, sino la de la sociedad en general, no genera un verdadero interés y valor a las obras de arte fuera del museo. Pero vivimos en el país donde los futbolistas son considerados “artistas” y la gente prefiere contemplar en casa láminas en serie de multinacionales suecas…
Quizá deberíamos modificar elementos tan básicos como la falta de ayudas, becas o subvenciones de todo tipo, desde el ámbito privado al público, que permitan desarrollar proyectos artísticos de diferente índole que se introduzcan en el mercado del arte. Y obviamente, el sistema educativo, necesita una amplia revisión…
¿Podéis adelantarnos algo de vuestros próximos proyectos?
Los cinco viajes a lo largo del territorio rumano –el último fue en septiembre- han atravesado Transilvania, que se encuentra en el centro del país, bordeada por la cordillera del Cárpatos. Sus espectaculares paisajes están llenos de mitos y leyendas, pero sobre todo de historia viva, y allí descubrimos un entorno totalmente influido por una cultura tan desconocida para nosotros como sorprendente, como es la cultura sajona.
Los sajones llegaron a estas tierras en el siglo XII por encargo de un rey húngaro, y durante 850 años convivieron pacíficamente con rumanos, húngaros y gitanos. Su declive comienza tras la Segunda Guerra Mundial por las presiones rusas hacia el gobierno comunista de hacer pagar un precio moral a estos sajones, por su apoyo al gobierno alemán durante la guerra. En cada pueblecito quedan 1 o 2 de aquellos sajones, que junto con los que han decidido volver de su exilio voluntario o clandestino, intentan mantener vivas las raíces de su cultura. Nuestro próximo trabajo llamado “The Last Saxons” cuenta esta historia desde el pasado hasta presente con la expectativa de dejar una huella para el futuro.
Y nuestra etapa en Rumanía se cierra con un tercer proyecto que lleva el título provisional “Hoia Baciu”, donde hablamos de los mitos, leyendas, supersticiones, y fenómenos paranormales muy presentes en la cultura popular de este país. Este trabajo cerrará la trilogía centrada en Rumanía y su entorno natural, y utilizará recursos que alejarán el trabajo del registro documental a través de nuestras cámaras para centrarse en componentes postfotográficos que recogerán elementos intangibles, sensaciones, emociones, y pondrán en relieve el valor de la fotografía para crear falsas ficciones de una falsa interpretación de la realidad, como puede serlo la misma historia del Conde Drácula. La intención no es ser tan inmortal como un vampiro, sino el no morir en la quietud de la que Heráclito hablaba cuando decía que “la condición estática es sinónimo de muerte”.
Muchas gracias Pascual + Vincent y si queréis ver su perfil podéis explorarlo aquí.