En el S.XXI el arte contemporáneo ha adquirido un estatus especial. Tanto por su nivel de inversión, por cómo se utiliza, se podría considerar como una vertiente del lujo. Pese a esta estrecha relación, el arte se ha democratizado, permitiendo a muchos perfiles distintos acceder a él. Esto hace que la percepción del arte como elemento de lujo asequible sea mucho mayor, ya que son más personas las interesadas en adquirirlo. Podemos verlo en las distintas colecciones (cada vez más numerosas), y en cómo distintas marcas e instituciones lo utilizan para fines empresariales (branding, marketing, decoración, etc.)
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Arte contemporáneo y lujo: dos conceptos fusionados
El arte contemporáneo nace en el s.XX como una vuelta a la expresión habitual del arte que se había dado en la Academia desde hacía siglos. Se caracteriza por romper por completo con nociones preestablecidas, hablando de temas sociales candentes y utilizando materiales y recursos totalmente ajenos a las prácticas artísticas. Así surgen las instalaciones, las performances, el videoarte, los NFTs, todos representaciones del arte actual. Con respecto al lujo, se asocia con la excelencia, la exclusividad y experiencias que no están al alcance de todo el mundo. Va más allá de la simple ostentación material, centrándose en artesanía y cuidado en los detalles. Al ser el arte un objeto creado de manera única por un artista, entra dentro de los conceptos de lujo. Eso hace que adopte todas las ideas que relacionamos a este.
Valor Patrimonial y Rentabilidad
El arte contemporáneo se considera una inversión de prestigio y una forma de preservar y aumentar el patrimonio, tanto el personal como el social. Las personas que compran arte, adquieren las obras no solo por su belleza estética, sino también por su potencial de revalorización. Como valor de inversión, las obras de arte tienden a aumentar su valor con el tiempo. Esto depende del trabajo del artista y el movimiento que tiene su obra tanto en galerías, como exposiciones, como ferias de arte, como colecciones famosas. Esta inversión en arte es especialmente efectiva en artistas emergentes, los cuales tienen más probabilidades de aumentar su patrimonio al tener una carrera por delante.
Por ejemplo, el coleccionista François Pinault ha acumulado una extensa colección de arte contemporáneo con más de 10.000 obras de 380 artistas. Su colección es una muestra de su valor patrimonial, algo relacionado con su trabajo en el grupo de lujo Kering.
Educación y Experiencia Cultural
Uno de los elementos más atractivos del arte es que ofrece una experiencia educativa y cultural enriquecedora. Esto tiene que ver con la educación del tipo de espectador que se acerca al arte. Las instituciones y los museos de renombre que exhiben y promueven el arte contemporáneo permiten a los visitantes sumergirse en un mundo de creatividad y expresión. La participación en el arte contemporáneo se considera una forma de conocimiento y sofisticación, añadiendo un componente educativo al lujo.
Un ejemplo es la Fundación Beyeler en Basilea, Suiza. Alberga una impresionante colección de arte contemporáneo que ofrece programas educativos, permitiendo a los visitantes adentrarse en el mundo del arte y expandir sus horizontes culturales. Esto también tiene que ver con la percepción de las personas que suelen consumir arte contemporáneo, ya que tienen un perfil bastante concreto relacionado con el consumo habitual de experiencias culturales.
Beneficios intangibles
El arte contemporáneo también tiene una serie de beneficios intangibles, como la asociación de conceptos artísticos a quienes lo compran. El poseer obras de artistas contemporáneos aclamados y reconocidos es una forma de destacarse. Esto sirve para crear una colección exclusiva que atrae a nuevos coleccionistas, permitiendo crear temas de conversación y promocionando nuevas conexiones con distintas personas. El acceso a piezas únicas y originales genera un sentimiento de exclusividad y distinción, fortaleciendo el sentido de lujo.
En este sentido, marcas como Louis Vuitton han colaborado con artistas contemporáneos de renombre, como Jeff Koons, para crear colecciones exclusivas que fusionan el mundo del arte y la moda. Estas colaboraciones limitadas y codiciadas elevan el estatus tanto de la marca como de los compradores que adquieren estas piezas.
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