Si hay algo mejor que ver una obra de arte, es tenerla en casa. Poder disfrutarla con familia y amigos, saber que forma parte de nuestro ambiente, son emociones que solamente alguien que conoce el valor de comprar arte puede experimentar. Sin embargo, saber conservar obras de arte es igual de importante.
El tiempo, las malas condiciones e incluso si no la limpiamos correctamente, son factores que harán que nuestras obras de arte degeneren con el tiempo. Por eso, hay una serie de factores que deben tenerse en cuenta a la hora de cuidar de una obra de arte.
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¿Por qué conservar obras de Arte?
Ya sea como compra, regalo o inversión, el tener una obra de arte es algo importante. Dependiendo de las características de la obra, hay ciertos factores que pueden producir importantes efectos de degradación. Solamente hace falta fijarse en las obras de cualquier museo: el tiempo ha hecho mella y ahora necesitan un equipo de conservadores para mantener la obra en un estado razonable.
Si bien es cierto que pocas personas pueden tener la Mona Lisa en su casa, el resto de obras es igual de importante, y cuidarlas se vuelve algo prioritario. Da igual si invertimos en un cuadro, una escultura o una instalación, cuidarla es parte esencial del valor patrimonial de la obra. A nivel de revalorización, importa mucho las condiciones de la misma: no es lo mismo enseñar una obra de arte en perfecto estado, a una con la pintura resquebrajada, manchas de moho o con los tonos destruidos por el sol.
Evitar luz directa
Y es que la luz directa es uno de los principales enemigos a la hora de conservar muchas obras de arte. Conforme pasa el tiempo, los colores se deterioran y degradan. La razón es que absorben la luz del sol en un efecto que se llama deterioro fotoquímico. Este efecto es invisible al ojo, porque se basa en la absorción de energía ultravioleta (UV) e infrarroja (IR). Eso significa que, a mayor cantidad de luz, mayor será la degradación. Como el daño viene de cualquier tipo de luz, es importante controlar la intensidad de la misma. En el caso de no poder contar con elementos de medición de la intensidad, lo más sencillo es huir de toda luz directa, sobre todo la del sol. Eso no significa que no puedan ponerse obras en grandes espacios, salones o habitaciones, sino que se debe tener mucho cuidado en cómo las iluminamos para poder conservar obras de arte de manera efectiva.
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Cuidado con la humedad
El problema con la humedad es parecido al de la luz: su exposición a medio y largo plazo termina degradando las obras. Esta fluctuación en la humedad es lo que produce estos deterioros La diferencia es que no influye en el color, sino en los materiales. La alta humedad hará que los materiales la absorberán, ganando mayor masa. La consecuencia directa suele ser el resquebrajamiento de la pintura y de los marcos.
Sin duda, con lo que se debe tener más cuidado es con la aparición de microorganismos. El moho negro es el más conocido por su facilidad de crecimiento en condiciones de alta humedad. Es también un microorganismo tóxico, así que deshacerse de él sirve tanto para conservar la obra de arte como para cuidarse a uno mismo, por ello hay que prestarle mucha atención.
El humo es malo
El humo es el gran ignorado a la hora de conservar correctamente una obra de arte. Da igual si hablamos del humo de una chimenea, una barbacoa o tabaco: el humo oscurece las pinturas igualmente. Una exposición prolongada hará que los colores se oscurezcan. Al ser una combustión, las pequeñas partículas orgánicas (como el hollín) se trasladan por el aire, adhiriéndose a cualquier superficie que tocan. Cuando se depositan, forman una capa que refleja la luz, haciendo que los colores se vean menos vivos. Es por eso que mantener las obras de arte lejos de cualquier fuente de combustión -como cuando se cocinan alimentos- es algo necesario para poder disfrutarlas el máximo tiempo posible.
Las estanterías importan
Al hablar de estanterías, mencionamos cualquier tipo de soporte que se encargue de anclar, mantener o sustentar una obra de arte a un sitio específico. En el caso de las estanterías está muy claro: el disponer de una que aguante poco peso, hará que termine cediendo y volcando su contenido al suelo. Por eso es muy importante tener cuidado al colocar obras pesadas en estanterías fijas a la pared. Se debe controlar muy bien el peso que llevan, ya que un fallo puede hacer que perdamos una obra a la que tengamos cariño. Caso parecido es el de los cuadros, o cualquier otro elemento clavado a la pared. No es lo mismo utilizar pequeñas soportes (pensadas para cuadros de menor tamaño) a ganchos (específicos para mayor tamaño y peso). Es muy importante emplear sistemas de anclaje adecuados a las características de la obra según las especificaciones del fabricante.
Productos de limpieza
Es un error muy común el pensar que cuadros y esculturas pueden limpiarse con cualquier producto de limpieza. Sin embargo, eso solo ayudará a que la conservación de las obras de arte sea más difícil. Productos abrasivos como el amoníaco, son muy sensibles a decolorar las superficies, generar pérdidas de brillo, crear manchas o disolver capas de pintura (como pasa con los óleos). Para evitar cualquier tipo de reacción química no deseada, se debe tener en cuenta cómo se limpian las obras de arte. En el caso de las esculturas, se pueden l utilizar cepillos de cerdas suaves y paños de micoraspiraciones es una de las mejores elecciones: al ser tan suaves, solamente necesitan de un poco de agua destilada para poder limpiar de manera efectiva.
Saber conservar obras de arte es una de las partes más importantes a la hora de comprarla. Si no se tiene cuidado, se corre el riesgo de ir degradándose de manera tan paulatina que será imposible darse cuenta a simple vista. Al comprarla con fotos de años anteriores, podremos ver su estado anterior, dándonos cuenta de si nuestros cuidados han surtido efecto. Lo más importante a la hora de conservar una obra de arte es evitar que se devalúe, manteniendo vivo el mensaje del artista, sabiendo que mantenemos completa la pieza y podremos transmitirla como legado.