En 2025 se cumplen cien años de la publicación de La deshumanización del arte, uno de los ensayos más decisivos de la estética moderna. Firmado por José Ortega y Gasset, el texto no sólo explicaba por qué el arte contemporáneo empezaba a parecer ininteligible al público general, sino que anunciaba un cambio de paradigma que hoy, con un siglo de distancia, no sólo se confirma, sino que se ha profundizado hasta convertirse en la norma de nuestro tiempo.
Saisho convive con ese nuevo paradigma. De hecho, lo ordena, lo cura, y lo hace accesible.
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Ortega y Gasset: el arte ya no quiere representar, quiere inventar
En La deshumanización del arte, Ortega explica que el arte del siglo XX, lo que en su tiempo aún era vanguardia, se alejaba del sentimentalismo, del drama humano, y de la mímesis (la imitación de la realidad) para concentrarse en la forma, en el juego, en lo conceptual. Según Ortega:
“El arte nuevo… se deshumaniza.”
Es decir, se emancipa del contenido emocional, narrativo, o reconocible para volverse un lenguaje autónomo. Uno que no pretende representar el mundo, sino crear una experiencia estética pura, muchas veces intelectual, otras tantas abstracta, y, casi siempre, desafiante.
Y aquí llega la incomodidad: ese arte no busca gustar a todos. Al contrario, Ortega afirma que el arte nuevo “sólo será comprendido por una minoría especialmente dotada”. No por elitismo, sino porque el arte ha dejado de ser universalmente accesible en su forma natural. Ya no basta con ver. Ahora hay que interpretar, contextualizar, comprender referencias, y entrenar la mirada.



De minoría ilustrada a mercado fragmentado
Lo que Ortega vio como una ruptura hoy podemos verlo como una evolución inevitable. En pleno 2025, el arte contemporáneo vive en una realidad global, digital, y ultra segmentada. Pero los síntomas que Ortega señalaba siguen vigentes:
- Se requiere criterio experto para valorar muchas de las propuestas más relevantes.
- El espectador común aún se siente descolocado ante obras que no “representan nada”.
- El arte nuevo sigue siendo, en muchos casos, para una minoría entrenada.
¿Dónde entra Saisho?
En ese punto ciego entre lo inaccesible y lo deseado, entre la fascinación y el desconcierto, nace Saisho. Su propósito es romper con la idea de que el arte es sólo para una élite y abrir el acceso a quienes quieren acercarse a él con intención, sin necesidad de contar con formación previa o contactos en el circuito tradicional. Saisho busca democratizar el mercado sin renunciar al criterio, acompañando a quien quiere formarse, entender, y adquirir arte contemporáneo con seguridad. Y hacerlo con los mismos estándares con los que Ortega hablaba: los de la excelencia intelectual y la autenticidad estética.
Saisho ayuda a coleccionistas e inversores a encontrar a Pablo antes de que sea Picasso. Pero también enseña por qué eso tiene sentido. Cuenta con un sistema de valoración híbrido (comisariado y análisis de datos), un mercado cotizado con trazabilidad, y asesoramiento personalizado que traduce la complejidad del arte contemporáneo en decisiones informadas y estéticamente fundamentadas.
La “deshumanización” como oportunidad
Ortega no escribió su ensayo como una crítica destructiva. Lo hizo como un esfuerzo por entender un arte que ya no obedecía las reglas del pasado. Hoy, con un siglo de distancia, podemos decir que ese arte es el que define el mercado contemporáneo.
No es un arte fácil, pero sí es un arte potente. Capaz de expresar, tensionar, cuestionar, y conectar a niveles que requieren algo más que emoción inmediata. Requieren una relación entre el espectador y la obra que se construye con criterio.
El arte contemporáneo no ha perdido el alma: ha cambiado el idioma.
La deshumanización del arte cumple cien años y sigue vigente, porque nos ayuda a entender un conflicto que no ha desaparecido: el que hay entre lo nuevo y lo comprensible, entre lo abstracto y lo bello, entre el arte que siente y el arte que piensa.
En Saisho no traducimos el arte a lo simple. Lo ordenamos. Lo explicamos. Lo acercamos.
Y lo ponemos en manos de todos aquellos que quieren acercarse al mundo del arte para que puedan elegir con herramientas y un criterio propio lo que les represente.

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