Son varias las inversiones que generan impacto social. Para eso, hay que tener en cuenta que no se trata solo de generar activos o dividendos económicos, sino apoyar a soluciones o retos sociales como pobreza, desigualdad, cambio climático… Es un beneficio adicional a las inversiones que buscan crear facilidades en base a un problema. Normalmente suele tratarse de activos hechos mediante capital privado, siendo inversores particulares o instituciones que buscan emplear su capital para promover estos cambios. Las inversiones de impacto tienen, a su vez, una rentabilidad financiera, incluso mejores que los índices de referencia de las inversiones tradicionales.
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Inversión de impacto en las Artes
La inversión de impacto está ganando cada vez más popularidad al tener inversores que utilizan su capital para obtener rendimientos tanto sociales como financieros. Al invertir en diferentes empresas y expresiones creativas, el impacto social conlleva un rendimiento financiero en los inversores.
Para eso, es bueno centrarse en los ejemplos de la economía creativa, la cual abarca gran cantidad de sectores, como moda, diseño, cine o música. Estos elementos contribuyen directamente al crecimiento económico, y a la creación de diversos empleos. Ya la Oficina de Actividad Económica de EEUU, indica que el sector de Artes y Cultura representó más de 870.000M$ (4,2% del PIB estadounidense) en el 2020.
La ONG Upstart Co-Lab, creada por Laura Callanan para promover y apoyar la inversión en economía creativa, publicó un informe que habla de las oportunidades de inversión en economías creativas. En él habla del papel que tienen como estabilizadores dentro de distintas comunidades, al atraer y cultivar empleos de calidad para emprendedores, artistas y que apoyan tanto la educación como el desarrollo de la comunidad.
Apoyo a museos e instituciones culturales: las dotaciones como impacto social
Las dotaciones a museos es un campo relativamente nuevo a explorar. En años anteriores hemos visto micromecenazgos, como ya hizo el Thyssen, de manera que se van popularizando cada vez más. Aún así, es una práctica mucho más común en EEUU. En el caso de museos internacionales, esto cambia radicalmente
El Louvre adoptó una inversión que se alineaba con su misión de destinar el 5% de su dotación a colaboraciones relacionadas con el patrimonio cultural y la educación. El Field Museum ha desinvertido en combustibles fósiles, acercándose mucho más a sus pilares fundamentales. El Museo de Arte Walters de Baltimore aumentó la diversidad de sus gestores en fondos de dotación.
Apoyo a artistas y comunidades artísticas
Una de las formas más directas en que la inversión en arte puede crear impacto social es apoyando a los artistas y sus comunidades. Al comprar obras de arte, los inversores brindan un apoyo financiero directo, dando también un reconocimiento por su trabajo. Esto les permite continuar creando, contribuyendo también a su bienestar económico y ayudando a promover sus carreras.
Un ejemplo sería cuando un inversor adquiere obras de artistas locales emergentes. Esta es una manera directa de contribuir a su trabajo y desarrollo, ayudando en la promoción de su trabajo al permitir que más gente conozca sus obras. Junto a esto, se encuentran los programas de becas y subvenciones, que funcionan como una manera de respaldar a los artistas de comunidades desfavorecidas, siendo una ayuda a la equidad y la inclusión en el mundo del arte.
Promoción de diálogo y conciencia social
Una de las mayores habilidades del arte, es la posibilidad de provocar conversaciones significativas y despertar la conciencia sobre importantes temas sociales. Al invertir en obras de arte que abordan problemáticas actuales, los inversores contribuyen de manera indirecta a la difusión de este tipo de mensajes y perspectivas.
Un ejemplo es buscar artistas cuyo trabajo se centre en temas como la igualdad de género, la justicia racial o la sostenibilidad ambiental. Al adquirir y exhibir estas obras, se fomenta la reflexión y el diálogo en torno a estos problemas, lo que puede llevar a una mayor conciencia y acción en la sociedad. Asimismo, hay veces en que la creación de una obra concreta se hace con una finalidad específica de sensibilización ante una problemática, creada para recaudar fondos contra la misma.
Las obras de arte con tintes historiográficos también pueden considerarse inversiones de impacto, ya que ayudan a promover conciencia y patrimonio cultural. Esto puede verse en cómo las personas perciben el valor patrimonial de ciertos elementos de su cultura, ayudando a ponerlo en valor y cuidarlo.
El impacto social viene de todas estas políticas de inversión de particulares en tanto ayudan a la sociedad más que pensar en un beneficio económico inmediato (que también lo aportan). De esta manera, se ayuda directamente a crear un entramado educacional que repercute positivamente en las distintas personas de la comunidad.
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