Del 13 al 16 de noviembre, el arte vuelve a mirar a través del objetivo: Paris Photo 2025 reúne a los mejores fotógrafos y abre sus puertas como uno de los eventos más relevantes del mundo para la fotografía contemporánea. Una excusa perfecta para celebrar esta disciplina que, desde su invención, ha transformado nuestra manera de ver, recordar, y construir el presente.
En un mundo saturado de imágenes, la fotografía artística no sólo documenta, sino que propone. A través de encuadres precisos, ficciones visuales, y juegos de escala, los grandes fotógrafos de hoy amplían nuestra percepción del tiempo, el cuerpo, y la memoria. Por eso, desde Saisho hemos preparado una selección con algunos de los mejores fotógrafos contemporáneos que deberías tener en tu radar, especialmente si te interesa el arte como inversión emocional, estética, y cultural.


Tabla de contenidos
Antonio Guerra: la memoria del paisaje
Antonio Guerra construye una poética visual a partir del paisaje intervenido. Sus fotografías, lejos de registrar lo natural, lo reinterpretan como espacio simbólico atravesado por la cultura y la transformación. Series como «Elevar la tierra» o «Horizontes de sucesos» fusionan fotografía, instalación y escultura para reflexionar sobre la fragilidad del medio ambiente, la artificialidad del paisaje, y la mirada como herramienta de poder.
Su obra no se limita a capturar: interviene, altera, revela. En un momento en que la ecología visual gana peso en el discurso artístico, Guerra propone una aproximación crítica y sensible, donde la imagen se convierte en documento de una naturaleza llena de artificios. Una apuesta estética y conceptual que conecta lo local con lo global que lo convierte en uno de los mejores fotógrafos para tener en tu radar.


Diego Ascencio: color, espacio, y memoria
El trabajo de Diego Ascencio es un ejercicio de traducción visual. A través de la combinación entre fotografía y pintura, este joven artista mexicano convierte lo arquitectónico en lenguaje simbólico, y el color en una forma de detener el tiempo. Su serie Memorias Cromáticas propone un archivo emocional donde los espacios se alargan, se deforman, y se convierten en evocaciones de un presente que ya es recuerdo.
Lejos del registro documental, su fotografía parte de lo construido para derivar en lo abstracto: muros, fachadas, y estructuras pierden su función para convertirse en superficies de experiencia. Cada imagen es, a la vez, una exploración formal y una operación poética que nos invita a pensar el espacio desde el afecto, la duración, y la utopía de lo perdurable.
Ascencio ha expuesto su obra en las principales ferias de arte contemporáneo en México y recientemente dio el salto a Europa participando en la feria SWAB Barcelona. Su propuesta destaca por un dominio cromático preciso, una sensibilidad espacial heredada de la arquitectura, y una capacidad única para congelar la emoción en geometría.


Emilio Pemjean: arquitectura de la memoria
Desde la fotografía arquitectónica, Emilio Pemjean construye escenarios que no existen… o que ya no existen. En sus series, maqueta y cámara se combinan para reconstruir restos del pasado: espacios desaparecidos, edificios demolidos, o símbolos del patrimonio cultural que hoy habitan solo en el recuerdo.
Su obra explora los límites entre lo real y lo representado, subvirtiendo la función documental de la fotografía y convirtiéndola en una reflexión sobre el tiempo, la ausencia, y la representación. Pemjean no retrata. Invoca. Y al hacerlo, transforma la imagen en archivo emocional, en arquitectura del duelo, en documento ficcionado que interpela nuestra nostalgia. Su trabajo ha participado recientemente en la programación expositiva de PhotoEspaña 2025, y ha sido galardonado con el premio Colección Julián Castilla en la la reciente edición de ESTAMPA 2025.


William Gaber: mapas para entender el miedo
Aunque su trayectoria está fuertemente ligada a la pintura, la fotografía ocupa un lugar central en la obra de William Gaber, especialmente en su serie «Cartografías del Miedo y la Coincidencia». En ella, la imagen se convierte en territorio emocional: mapas visuales donde se acumulan tensión, vigilancia, y resistencia.
Estas fotografías, cargadas de densidad simbólica, hablan de la violencia contemporánea y sus mecanismos sociales, pero también proponen una alternativa: reconocer al otro desde la coincidencia, no desde la diferencia. Cada pieza es un umbral, una advertencia, una pausa. Gaber utiliza la fotografía como ética de la observación, una forma de ver el mundo con más preguntas que respuestas.
Cerrar el obturador, abrir la mirada
Coleccionar fotografía artística no es una cuestión de moda: es una forma de filtrar el presente, de construir memoria con criterio, y de apostar por obras que combinan fuerza conceptual con excelencia técnica.
La fotografía contemporánea no busca registrar la realidad, sino interrogarla: y los mejores fotógrafos lo saben. Como Antonio Guerra al intervenir el paisaje, o Diego Ascencio al reflexionar sobre la permanencia simbólica de lo que vivimos, o como Emilio Pemjean al reconstruir la arquitectura desde la ausencia. Frente a una saturación visual constante, estos autores proponen un arte que no se consume, sino que se contempla.
Desde Saisho seguimos de cerca esta transformación, no sólo como observadores, sino como parte activa de la conversación. Apostamos por una fotografía que piensa, que construye memoria, y que exige al coleccionista una mirada crítica. Por eso acompañamos a quienes desean adentrarse en este lenguaje, desde la primera intuición hasta la decisión de compra, con el mismo rigor que exigen las obras.
Y si estás buscando incorporar fotografía a tu colección con criterio, visión, y proyección, este es el momento.
Quizá la imagen más importante no sea la que ves, sino la que eliges conservar.

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